Puentes de fuego

Imágenes obtenidas por el telescopio espacial SDO (Solar Dynamics Observatory, NASA) el 19 de Julio de 2012. La duración real de lo que ocurre en el vídeo es de unas 10 horas.

Aunque desde la Tierra lo veamos como un objeto brillante y tranquilo, el Sol, nuestra estrella, no lo es. Es, en realidad, una gigantesca bola de plasma (un gas de iones y electrones a muy alta temperatura) principalmente compuesto por hidrógeno. En su núcleo, la situación es mucho peor: el Sol se encuentra a unos 15 millones de grados y a miles de millones de veces más presión que a la que nos encontramos nosotros. Esta temperatura y presión es la que cocina el alimento de nuestro astro, porque provoca que los átomos de hidrógeno se fusionen para dar helio en un proceso que libera una alta cantidad de energía. Si pudiésemos recrear este proceso en la Tierra resolveríamos el problema energético… Aunque llevamos años intentándolo (ver or ejemplo el proyecto ITER). El Sol transforma millones de toneladas de hidrógeno en helio por segundo (!!). De hecho, cuando el Sol agote el hidrógeno en su núcleo empezaremos a tener problemas en la Tierra. Pero eso lo dejaremos para otro día.

Otra característica muy interesante del Sol es su campo magnético, que es el responsable de estos puentes de fuego que vemos en el vídeo de hoy y a los que llamamos fulguraciones o llamaradas solares. Estas gigantescas estructuras no son más que el plasma del Sol siguiendo las líneas invisibles de su campo magnético. Es decir, estamos viendo directamente por dónde va el campo magnético del Sol. Ocurre como cuando en un robo de película los ladrones tiran humo para ver dónde están los láseres que hacen saltar las alarmas. El plasma, en este caso, al estar cargado (los electrones con carga negativa y los iones con carga positiva) siguen las líneas del complejo campo magnético del Sol. En el siguiente vídeo podéis estas líneas invisibles en una recreación:

Los tamaños de estos puentes de fuego son increíbles, alcanzado decenas y cientos de miles de kilómetros de altura (la Tierra tiene un diámetro de doce mil kilómetros…) y llevando al plasma hasta la corona solar para después dejarlo caer de nuevo hasta su “superficie”. El campo magnético que produce estas fulguraciones es también el responsable de esas “pecas” que le salen al Sol cada cierto tiempo, las manchas solares. Pero esto también lo dejaremos para otro AstroTube.

En definitiva, resulta que ese astro al que orbitamos tan alegremente es una verdadera bomba de relojería. Afortunadamente, conocemos más o menos cómo funciona su cuenta atrás y podemos asegurar que aún nos quedan unos cuantos miles de millones de años para que el reloj se ponga a cero.

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